A Marta...
Me escribe Marta, desde su reducto aséptico y medio funcionarial; entre la burguesía de su ánimo y el vasallaje al poder del que depende.
Marta, de protocolo y cuidadas formas. Sin embargo, su gran preocupación reside en el cuidado facial y en el ascenso piramidal a toda costa. Cumplida, poco delicada, avasalladora; está preparada para la nueva competitividad que se ha puesto tan de moda en las ciudades. Pero el progresismo es otra cosa. El ser de izquierdas es... una forma de estar en el mundo, vital y ética, que apuesta por la libertad del ser humano y los valores democráticos; incluso, o sobre todo, entre aquellos que muchas veces, por especiales y particulares circunstancias, se encuentran mucho más desfavorecidos que nosotros.
Marta, pues, imbuida de un halo injustificable de mal disimulada soberbia y refinamiento de postín, pertrechada en su estela de orgullo y vanidad, parece haber perdido el rumbo. Y llegados a cierto estatus; o seguimos con la ideología sin adulterar u, honradamente, mejor que nos dediquemos a otras cosas. No se puede predicar, vacía y eternamente, desde atalayas distantes de la realidad, sin bajar, con el propio corazón, a la cotidianeidad y fondo de las cosas...
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