Perito en pérdidas
Este pasado viernes, en fatal accidente de tráfico, fallecía mi ex compañero de trabajo, Carlos Román y el irónico destino puso en su juventud un alarde de sarcasmo que es dificilmente comprensible. Carlos siempre fué una persona alegre, tremendamente simpática, embriagada de relaciones sociales y proyectos por donde amanecía una sonrisa enorme que invitaba a compartirla. Descanse en paz.
Hoy domingo, por la necrológica que le dedica Juan Cruz en El País, me entero que también ha fallecido Alfonso, el cerillero del Café Gijón. Alfonso me contaba, de vez en cuando, pequeñas y grandes historias del Café, mientras me miraba por encima de las gafas con aquellos ojos infantiles y pícaros que siempre tuvo. Una tarde me presentó a Manuel Vicent, cuya tertulia se celebraba justo a sus espaldas, y también a José Bárcenas, el magnífico relaciones públicas del Café Gijón, quien me dió la oportunidad de publicar varios trabajos en la edición romántica de algunos de sus cuadernillos. Descanse en paz.
Como acertadamente dijera una vez Fernando Savater, a medida que vamos avanzando por nuestra particular existencia, de lo que no cabe duda es de que nos vamos haciendo peritos en pérdidas. De momento, que nos esperen muchos años por aquellos desconocidos lares...
3 Comments:
Nunca lo había mirado así, lo más que había hecho, que en algo se relaciona, fue escribir algo este verano un artículo titulado: Certificado de horfandad, porque perdí un padre en lo profesional y el mejor amigo que nunca tuve.
Descansen en paz.
La mejor huella de los que se van es la de ser recordados con ternura.
Que bonito post Diego. Mis condolencias.
Miguel, yo tampoco suelo leer las esquelas. La de Alfonso, concretamente, cerillero del Café Gijón, me enteré por la foto que se publicaba de él, por casualidad. Suelo ir a menudo por esa Catedral de las Letras pero, obviamente, su muerte me pilla de sorpresa.
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