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jueves, mayo 25, 2006

El teatro de la vida



De los variopintos personajes que conforman el, a veces, patético teatro de la vida -donde nunca cae el telón- hoy quisiera rescatar para estas líneas al capataz franquista que aún pervive en muchos ámbitos.
Éste personaje se suele ubicar en la mitad del escalafón piramidal, a medio camino entre la eterna gloria que espera de su inmediato superior y las dentelladas foribundas que le endilga a cualquier mandado; no ya que se le aproxime, sino que interfiera en su singladura de comodidad y peloteo, o fingimiento y posterior desmán. Zote con suerte, el personaje en cuestión vive a expensas de otros y ejerce sobre ellos un fascismo sublime y brutal, aunque la apariencia mostrada sea la de un demócrata convencido de los de toda la vida. Él rinde cuentas y respeto desde su escalafón, hacia arriba. Desde su escalafón, para abajo, donde dijo digo, dice Diego; esto es, todo se le antoja vulgar plebe, meros objetos para utilizar en su propio provecho y conveniencia.
El peligro de estos comportamientos no es baladí, ya que pueden avanzar con sigilo desde sus protegidas trincheras y extender el mal allá donde vayan. Viven agazapados en despachos, oficinas, entornos laborales... y parece que la convivencia, la solidaridad entre personas, el trabajo en grupo, la empatía, la democracia puesta en práctica, el diálogo constructivo y la ética en el fondo y en las formas, no va con ellos. Y lo peor de todo es que muchos, debido a su lealtad perruna, son amparados por otros resabiados personajes que gozan, con esta complicidad, de mejores y perfectos servicios.
Si se descubren muchos de esta calaña, pertenecientes a la misma tribu, mal vamos para dotar de mayor y mejor calidad a la democracia. Un ciudadano demócrata, participativo y cívico, es mucho más que todo eso...

12 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Vamos... que ni que conocieras a mi encargado, es su propia radiografía. Es increible que todavía existan tipos así, pero los hay por cientos.
Saludos.

9:06 p. m.  
Blogger Euphorbia said...

Buen retrato sociológico... o etológico, no sé.

Y como dicen, de haberlos ailos...

Saludos,
Gemma

11:12 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Es una muy buena radiografía de lo que acontece a diario en algunos lugares. He de darte toda la razón.

2:16 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Yo, que aunque actualmente vivo en Granada he nacido y vivido muchos años en un pueblo muy pequeñito, he visto muchos personajes de este particular "gremio"; residuos todos ellos de una tiranía que se resistió (y se resiste) a marcharse. Por suerte para el mundo y desgracia para ellos la vida avanza de manera desbocada; y la sociedad y su cultura pasan por encima de ellos sin mirar atrás en ningún caso.

Hay esperanza... o eso debemos pensar.

8:57 a. m.  
Blogger Enrique Castro said...

Completamente de acuerdo.

Un abrazo Diego.

10:00 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Hay todavía un caso peor: cuando el capataz es invisible, cuando es una creación, una fantasía o un temor insuperable. Cuando es un fantasma que alguien se autocrea con lastimosas consecuencias.

10:25 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Para mí que clavijo, desde su anonimato fugaz, debe de ser uno de esos capataces. Yo, desde luego, los sufro casi a diario, y desde luego no son invenciones de mi mente.

10:30 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Me siento muy identificada con el post, porque es lo que sucede en muchos lugares de trabajo y máxime si eres mujer. Capataz franquista, por lo tanto, es una buena definición para estos seudo demócratas que viven a costa de los que tienen por debajo.
Un saludo.

10:40 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Capataces franquistas quedan todavía muchos y, desde luego, en cualquier rincon de la ciudad; de las ciudades. Esperemos que no se multipliquen.

5:33 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Estoy completamente de acuerdo con la reflexión. Fiel reflejo de lo que sucede en muchos lugares, aunque de manera silenciosa y soterrada.

2:29 p. m.  
Blogger Pinpilin said...

Muchas gracias, Diego, por pasarte por mi blog.

Te he linkeado en mis enlaces socialistas.

Muchos besos... volveré por aquí a menudo.

6:29 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Y más triste aun cuando ni siquiera es precisa la precensia del capataz por que los propios compañeros ejercen como tal movido por las envidias y la desconfianza.

Y como dice Virginia, los hay por cientos (capataces y rastreros).

12:56 p. m.  

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